Al llegar, la primera impresión puede ser engañosa y parecer que se trata de un lugar poco atractivo, pero al abrir la puerta nos llevamos una grata sorpresa. La habitación resultó ser amplia, con un baño cómodo y una vista muy bonita hacia una iglesia, lo que hizo la estancia muy agradable y está arriba de una cafetería famosa.
El self check-in fue sencillo y las instrucciones estaban bien explicadas. Además, la atención que recibimos fue buena.
Sin embargo, tuvimos un inconveniente importante: viajando con un bebé, los elevadores resultaron ser un gran desafío. Son extremadamente pequeños, con puertas que se traban, lo que complicó mucho subir y bajar con carriola, bebé y equipaje. Este detalle, honestamente, nos haría reconsiderar hospedarnos aquí de nuevo en las mismas circunstancias.
Dicho esto, si viajas ligero y sin niños, puede ser una opción bastante conveniente. Aunque no está en pleno centro, la ubicación es razonablemente cercana a los principales sitios.