Hemos pasado 4 noches en este maravilloso boutique hotel. Para algunos, puede que sea algo incómodo llegar o que tenga pocos restaurantes/tiendas cerca. Pero la verdad es que lo que ganas es mucho más. Las vistas del paisaje, desde las habitaciones o desde cualquier rincón de este lugar, son maravillosas. El territorio es muy bonito; te encuentras con muchos rincones donde puedes parar, sentarte, tomarte algo, leer un libro, lo que sea. Es muy, muy verde, con muchas plantas y flores, y es muy acogedor. Tiene piscina al aire libre (una pena que no la pudimos usar por el tiempo).
El hotel en sí está muy bien cuidado y tiene muy buen gusto. Para los que disfrutan de antigüedades y objetos antiguos, es un sitio perfecto. Tiene estilo, sentido y carácter, y es muy acogedor. Hay muchos detalles por descubrir en cada momento. Y lo que más me ha encantado es el comedor/restaurante: es un placer desayunar en un sitio tan, tan bonito.
Al ser 4 noches, me habría gustado que los desayunos fueran más diversos, aunque la comida era rica.
El personal fue muy amable y sonriente. Lo recomiendo a todos los que disfrutan de los detalles y la historia; otros lo pueden encontrar "viejo/desgastado"... pero vamos, lo que le da encanto. ¡Muy recomendable!