El check-in se extendió de manera innecesaria, lo que ya supuso un contratiempo inicial. Posteriormente, se nos asignó una habitación adaptada para PMR, a pesar de que esta no era nuestra necesidad. Esta asignación resultó en inconvenientes significativos: el diseño del baño, con el inodoro situado directamente en la zona de la ducha, provocaba que tanto el usuario como la vestimenta se mojaran inevitablemente al utilizarlo. La ausencia de una separación física entre la zona de baño y el resto de la habitación permitía que los olores y ruidos se propagaran libremente, comprometiendo gravemente la privacidad y la comodidad en la estancia.
La tranquilidad y el descanso, pilares fundamentales de cualquier alojamiento, se vieron seriamente afectados. A pesar de las normativas vigentes sobre la prohibición de fumar, el persistente olor a marihuana era evidente en diversas áreas. Asimismo, los ruidos procedentes de otros huéspedes durante la madrugada, con gritos y risas incesantes, impidieron un descanso adecuado.
En cuanto a las instalaciones, la ausencia de enchufes en ambas mesillas de noche resultó ser una molestia.Por otro lado, la limpieza en zonas comunes se percibió como deficiente, especialmente en elementos como las lámparas de recepción, el patio interior y las ventanas de la habitación, lo cual denota una falta de atención al detalle. La percepción general no se corresponde con las imágenes mostradas. La comodidad de la cama fue un punto positivo.